Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.
Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA
(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro
Comentario
Capítulo 94
Trata en este capítulo como los dos campos, mexicano y Huexoçingo, murieron en ambas partes más de quarenta mill, tre los quales murió el general mexicano Tlacahuepan y el general de Huexoçingo, y como se les hizieron las oçequias, muy lloradas a todosBisto el general de los mexicanos, Tlacahuepan la gran mortandad de los suyos y la de los enemigos, abiendo descansado un rrado de aber muerto de su mano solo a más de beinte balientes soldados, determina balerosamente de tomar a rromper por los más espesos de los de Huexoçingo, y yba dando bozes, diziendo: "¡A ellos, a ellos, mexicanos, son pocos y cobardes!" Y acabado de matar un cuachic huexotzincatl, le çercan tantos que paresçían moxcas sobre un gusano, y así, hecho pedaços, medio biuo, le prendieron. Tornándose a defender, le çercaron. Dize a los de Huexoçingo y a los de Atrisco: "Ya es acabado lo que es en mí. Holgádome é con bosotros un rrato. Hazed agora de mí lo que quisiéredes". E bisto los mexicanos estar en poder de los enemigos el hermano del rrey Monteçuma, Tlacahuepan, "y si esto es de creer es que dirá el rrey su hermano lo desanparamos adredemente, bernemos a morir por ello. Bamos todos a lo sacar de poder de los enemigos o muramos nosotros la demanda". Y así, traron tras de los que lleuauan a Tlacahuepan. Y yba diziendo Tlacahuepan: "No curéis de lleuarme a uro pueblo. Pues os jatáis de prençipales y balientes, acabadme en este campo de hazer pedaços". Y así, luego lo despoxaron de sus armas y rropas, le hizieron tre tanto enemigo pedaços. Y los le yban siguiendo para defenderlo, rrebueluen contra ellos y a los primeros golpes mataron los mexicanos a sendos cuachic balerosos huexoçingas, y como eran más de beinte para cada uno, nenguno de los mexicanos que le seguían escaparon, los quales fueron los muertos Tlacahuepam y Yupihuehuetl e Ymactlacuia y el otro llamado Quitziuhcuacua, todos prençipales mexicanos. Abiendo asido acabada la batalla, biaron los mexicanos mensajeros al rrey Monteçuma del mal çuseso de la ba [132r] de la batalla y muerte de su buen hermano Tlacahuepan y de los otros prençipales mexicanos. Y asimismo murieron de los prençipales de Aculhuacan y tepanecas, Chalco, Suchimilco, Cuitlabac, Mizquic y los de Nauhteuctli y Matlatzinco; finalmente, no quedó pueblo de que no muriesen gentes. Oydo la mala nueua, el rrey Monteçuma començó de llorar y hazer una lamentaçión y, hecha lamentaçión, dixo a los biexos que con él estauan y a Çihuacoatl: "En fin, no murieron tre damas ni rregalos ni biçios mundanos. Murieron como balientes hombres, campo peleando, en gloriosa y suabe muerte florida y florido campo batalla floresçido, de nosotros deseada". E mandó a Çihuacoatl hiziesen benir luego al rresçibimiento de la gente benía de guerra a los cuahuehuetques y cuacuacuiltin y los tlamacazque, saçerdotes de los templos, "pues emos de llorar nros muertos". Y así, fueron luego al rresçibimiento y no como quando biene con bitoria, sino todos cabizbaxos, ya no bixados ni trançados los cauellos ni con rrodelas ni sahumerios ni tocar bozinas ni atabales, sino lágrimas de todos los benían y los que iban a rresçibirlos en Xoloco. Y los biexos solos saludaron a los que benían, haziendo sentimi de los que allá quedaron en el campo muertos. Con esto, fueron derechos al gran cu de Huitzilopochtli y besando y comiendo la tierra con el dedo de en medio, y de allí baxan al gran palaçio y, hecha rreuerençia al rrey, le explican la oraçión de gran tristura en aber dexado allá plantado a tan balerosos mexicanos prençipales y de todas nasçiones y pueblos los más prençipales dellos. Les rresponde el rrey Monteçuma el agradeçimiento y trabaxo y cansançio suyo. Hizo dar de comer a todos los prençipales su palaçio y cacao, rrosas, perfumaderos. Llamó luego al mayordomo mayor (Petlacalcatl), luego diese de bestir a todos, y el bestido de todos ellos fue de una color, las mantas y pañetes llaman nextlacuilolli y çentzon maxtlatl los pañetes. Oydo y tendido los pueblos comarcanos las muertes de los prençipales mexicanos, comiençan luego de benir y traer todos mantas rricas llaman huitztecol tlaxocho, mantas betadas de negro las labores, y traen asimismo los esclauos tienen para que aconpañen en sacrifiçio a los les çelebran las onrras, después de las oçequias muertos en sacrifiçios, como se dirá adelante. Llegados a Mexico, le saludan al rrey Monteçuma y házenle muy larga oraçión consolatoria tocante a la muerte de su buen hermano Tlacahuepan y prençipales mexicanos. Agradesçióles su buena boluntad y ofresçimiento para las onrras del hermano. Finalmente, por no cansar al letor, como benían llegando los prençipales de diuersos pueblos con los dones de mantas para el boltorio del cuerpo de su hermano y los que podían traían esclauos para el sacrifiçio de las onrras del hermano. Y llamó Monteçuma a Tlacochcalcatl, capitán, luego hiziesen una gran tumba, llaman tlacochcatli, y hiziesen quatro bultos de madera libiana, que llaman tzonpantli, y bueltos y figurados como personas biuas, les ponen de la manera heran los difuntos, que para aquello abía sin guales otros ofiçiales pintores, carpinteros, canteros, los quales no se hallarán agora, si no miren las labores de Quetzalcoatl y Huitzilopochtli y el temalacatl [132v] que oy está la plaça rreal mexicana. Acabados los bultos, los ponen en el tlacochcalli, aposento o tumba fromtero del templo de Huitzilopochtli, y mandan traer mucha leña de pino seca y tea. Comiençan luego los biexos, puesto el teponaztli y atabal, a cantar el rromançe de la muerte, todos con rrodelas las manos y bordones la mano derecha y estando todos presentes alrrededor de la tumba, los ponen en medio la estatua de Tlacahuepan y los otros tres alrrededor y pónenles fuego. Como abía mucha tea y leña seca, luego se consumieron. Tras ello quemaron todas las rropas de bestir y calçar tenían y sus armas y diuisas y piedras preçiosas tenían cada uno, presentes sus mugeres, hijos y parientes, llorando. Acabados de quemar, toman los saçerdotes la çeniza y lléuanla a terrar la parte llaman tzompantitlam, detrás del templo de Huitzilopochtli. Bienen luego al palaçio a consolar al rrey. Tomó la mano el rrey Neçahualpilli y habló por todos los prençipales forasteros. Después de lo auer consolado las muertes de su hermano y hermanos, primos de los otros difuntos, diziendo se alegrase y consolase pues ya estauan con el dios sol y allí están contentos y descansados, gozando al doble de señorío que ellos acá tenían. Y con esto y con otras muchas oraçiones consolatorias, fueron despedidos y se fueron a sus tierras. Dende algunos días, que abría como dos meses poco mas o menos los pueblos llamados Yangüitlan y Çoçolan se abían y estauan rrebelados contra la corona mexicana, llamó Monteçuma a quatro prençipales mexicanos, díxoles: "Ya os es notorio están los dos pueblos sujetos a nosotros, Yangüitlan y Çoçolan, rrebelados y alçados, y quisiera, antes de hazer gente, fuésedes a beer de la manera que están y la causa y rrazón de ello, y buelto boluáis, yremos allá sobre ellos". Despedidos los quatro prençipales mexicanos y antes de llegar allá, toparon algunos mercaderes, tratantes, harrieros desnudos y destroçados, descalabrados, rrobados y mui lastimados. Pregúntanles los mexicanos: "¿De dónde sois, hermanos?" Dijeron: "Señores, somos naturales de Tezcuco, Aculhuacan". Otros dixeron: "Señor, somos de Suchimilco". "Pues ¿de dónde benís tan destroçados?" Dixeron: "Y aun benimos huyendo de las manos de los de Yangüitlan y de çoçoltecas, porque si no huyéramos nos matarán. Y nos rrobaron todas nras mercaderías, y así, tienen hechas quatro albarradas fuertes". Dixeron los mexicanos: "Pues, hermanos, hazénos plazer de aguardamos en este lugar en tanto bamos a satisfazernos de las fortalezas tienen estos enemigos. Llegados y bistos los caminos çegados y estacados y cuatro albarradas fuertes", boluiéronse los mexicanos y lleuaron consigo a los miserablees harrieros. Y llegados a la çiudad de Mexico, cuentan a Monteçuma la manera dha y preséntanle a los mercaderes harrieros de la manera benían. Y oydo de ellos la manera les abía suçedido y rrobádolos, pesóle al Monteçuma. Hízoles dar de comer y de bestir a todos de rropas buenas, a cada tres pares de todo género de bestidos. Díxoles: "No tengáis [133r] pena que presto beréis bengança ura, que no pasarán muchos días". Y con esto, fueron despedidos. Luego mandó fuesen mensajeros a llamar a los rreyes de Aculhuacan y el de tepanecas para consultar con ellos el biaxe de la guerra contra los pueblos rrebelados y para con ellos çelebrar la fiesta y gran sacrifiçio llaman tlacaxipehualiztli tlahuahuana, que es un cautiuo de los fueron presos a de pelear con quatro mexicanos uno a uno, ençima de la gran piedra temalacatl o cuauhxicalli. Bençido y caído, luego, un ymprouiso, es abierto por el pecho y sacado el coraçón, ofresçido a Huitzilopochtli. Confederados los tres rreyes, luego a la ora fueron a poner por obra la partida de la guerra con mucho bastimento para largo camino. Binieron un día antes de la partida los naturales de Tlatelulco con el matalotaxe, heran obligados tan solamente a dar por tributo quando se ofresçían yr a las guerras.